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 [Columna] Los Game Awards (no) son la nueva E3


Escrito por: Tom Castillo

¿Recuerdan la E3? Para quienes no alcanzaron a vivirla, era - en términos simples - el evento de videojuegos más importante del año, pues era un evento que juntaba a las compañías y desarrolladoras más influyentes de la industria, y les presentaba el escenario ideal para mostrar sus más recientes y futuros proyectos.

Por mucho tiempo dimos por sentado la existencia de un evento como este, ya que, conforme la industria crecía, más lógica se hacia la existencia de un espacio publicitario con tales características. De hecho, en sus últimos años, este evento se extendió y mutó en lo que era, esencialmente, una semana entera de conferencias y transmisiones dedicadas a mostrar el futuro del gaming a las masas, a través de un despliegue técnico enfocado en cultivar hype a través de transmisiones en vivo y una cobertura especializada por parte de los medios de videojuegos. Puede que la nostalgia me haya cegado al momento de escribir esto, dado a que en estos momentos recuerdo con bastante cariño la emoción que rodeaba está mítica celebración del gaming, que usualmente caía en la segunda semana del frío mes de junio; no obstante, tras años desde la última E3 (y de tener la certeza de que, probablemente no la veremos en un futuro próximo, considero que esta nostalgia está justificada.



La E3 no era perfecta, de hecho, fue a partir de este evento que muchos de los problemas actuales que plagan la industria surgieron, tales como la nefasta práctica de mostrar demos inexistentes, o la mítica táctica de generar hype a partir de la venta de humo (te veo, Todd Howard), pero, tras su ausencia en un mundo post pandemia, es bastante claro el notar que, realmente no contamos con otro evento así. Si bien es cierto que en los últimos años se ha vuelto tradición que las compañías hagan transmisiones especiales en la fecha del fallecido E3, en donde muestran sus novedades de la mejor forma posible; estas no transmiten la magia que tenía el show físico de la E3. 
Lo más cercano a esta magia son los actuales Game Awards, los cuales se han convertido en una extraña cruza entre un show de premios, una parrilla de comerciales estilo Super Bowl, y una recolección de cameos de celebridades e influencers con música en vivo; y, si bien alcanzan a llenar en parte el vacío que dejó la partida de la E3, no me es suficiente.

Los Game Awards son un escenario que nunca me ha terminado de convencer, y quizás se deba a que llevo viéndolos desde 2015. Es un evento que ha crecido, y que ha distado bastante de su idea original, siendo esta la de premiar a la industria. Tal y como mencioné anteriormente, la experiencia de ver los Game Awards hoy en día es igual a la de poner una transmisión del festival de Viña junto a un reclame de Antena 3D; es una experiencia bastante rápida, errática, y hasta confusa, donde se quiere hacer de todo, en un limitado espacio de un par de horas. Existe una planificación excelente, y una fuerte campaña publicitaria que se encarga anualmente de cultivar el hype previo al evento, pero, el que el evento esté limitado a un día, y a una trasmisión donde se pelean varias ideas de cómo presentar un buen evento de videojuegos, realmente le pesan. Últimamente se ha hablado bastante en que esta ceremonia sería un nuevo giro a la fórmula que nos acostumbró la E3, pues hay comerciales, anuncios y hype, pero más allá de estas similitudes, no lo veo tan así.



Esto es una real pena, porque pese a la gran cantidad de problemas que tiene el evento (más de esto en nuestro podcast guiño guiño), la idea detrás de este es excelente, y mentiría si dijera que no me divierte bastante el sintonizar el entretenido caos que es esta ceremonia de premios. Aparte, aunque las compañías hayan optado por llevar a cabo sus propias conferencias, salvo el caso de los Nintendo Directs (cuyo formato ya logró cimentarse como un referente dentro de la industria), estas no siempre son capaces de concentrar el mismo calibre de anuncios que veíamos en eventos como las E3, o son capaces de captar audiencias tales como lo hacía este evento. Ha habido grandes lanzamientos que han perdido mucha pantalla por esto, pues no es lo mismo el ver la conferencia de Sony en la E3, a ver el State of Play un día cualquiera; no existe el mismo impacto.

Pese a todo esto, estoy emocionado por los Game Awards se este año. En el peor de los casos, será otra transmisión marcada por problemas técnicos, momentos incomodos y anuncios polémicos. Si bien este evento no podrá reemplazar lo que fue el E3, como hito especial para la industria, es ciertamente uno de los momentos más icónicos del año. Tocará ver si, eventualmente, volveremos a ver la E3, o algún derivado ocupar su espacio. Ha habido rumores de que la Tokyo Game Show, o PAX podrían ocupar su espacio, pero hasta el momento, estos no han podido llegar a la absurda y enorme escala que era la E3 en sus mejores momentos. De momento, tocará recordar con cariño la semana de humo y hype que era la E3.

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